Moritz no es una marca cualquiera. Acérrimo defensor de la tierra en la que vive, de sus costumbres, no se promociona como cualquier otra marca. Su publicidad es su cerveza. No te muestran en grandes spots su manera de vivir la vida, te invita a vivirla en los eventos que organizan o en los que participan, en sus bares, donde puedes disfrutar tranquilamente de una buena cerveza. Moritz no se vende de una manera ordinaria. Y eso es lo que la oficina ha de representar: la tradición de su tierra y la frescura de la constante innovación en la manera de hacer las cosas.
Partiendo de una planta abierta, dejando como eje central las escaleras de acceso, la oficina de Moritz se convierte en un espacio diáfano donde la tradición catalana queda reflejada en el suelo de baldosa hidraulica y en el techo de revoltón tan típico de esta zona.
La constante innovación en la manera de trabajar de Moritz se traduce en una series de paredes curvas metálicas que dividen los distintos ámitos, recordando a una fábrica de cerveza, buscando evitar la típica oficina.
Por último, la identidad de la marca queda reflejada en 3 grandes carteles publicitarios de la fábrica cervecera, presidiendo los trés ámbitos principales: oficina, bar/showcooking y recibidor.
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