Nina, la perrita protagonista de las fotos, hizo el gran descubrimiento: debajo del suelo actual se encontraba el pavimento hidráulico original de los años 30, lleno de geometrías y colores.
Tras restaurar el suelo potenciamos la amplitud del espacio mediante dos muros paralelos construidos con marcos de madera que acotan el espacio de estar, centrado en el gran rosetón de colores del suelo.
Diseñamos las puertas de los dos dormitorios en vidrio translúcido y madera, manteniendo la privacidad y permitiendo la entrada de luz natural.
El resultado es una vivienda luminosa y cálida, protagonizada por los colores vivos del mosaico hidráulico.
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