Una casa con color y profundidad

Para reconfigurar un interior y adaptarlo a un nuevo programa, lo primero es lo primero: hay que eliminar las antiguas particiones y elementos no esenciales. Preparando el interior como un lienzo en blanco se descubren las virtudes originales del espacio, pudiendo recuperar elementos constructivos tan atractivos como un forjado de bovedillas y vigas de madera. El nuevo programa se articula con la intención de hacer llegar abundante luz natural a cada estancia, creando un interior dinámico, y altamente funcional. Los muros estructurales quedan además reforzados con una pareja de vigas metálicas que dibujan el perfil de las estancias, al tiempo que reducen sensiblemente su altura para alojar espacio de almacenamiento en altillo.

El espacio principal de la casa se plantea con un esquema abierto, reuniendo en una misma estancia el salón, el comedor y la cocina. En este contexto unitario, el empleo de color es importante para crear escenas y definir recintos. Así, destacando sobre el blanco de la envolvente, la presencia del negro aporta profundidad a la estancia, incorporando la cocina bajo el nuevo altillo y sumergiéndola en un baño de pigmento. El alicatado de la pared, la encimera de cuarzo sintético y los armarios altos contrastan con la suavidad de la madera del mobiliario. Sobre ellos, el nuevo falso techo oculta la instalación eléctrica y de ventilación. La intervención incorpora el antiguo pavimento de baldosa hidráulica allí donde es posible, completando el resto de la superficie del suelo con cemento portland. Pero sin duda lo más sorprendente del interior es el magnífico mural de la pared de la cocina, que ofrece un escaparate de luz y color en un sorprendente efecto visual.

Las estancias más íntimas se acercan al interior de la manzana. El dormitorio principal, al otro lado del muro estructural, recibe la agradable luz natural de una ventana restaurada. La intervención plantea un set de mobiliario a medida, incorporado en el perímetro de la estancia, realizado en madera y detalles metálicos. Un zócalo de obra actúa de cabecero de cama, y esconde la instalación eléctrica. El contorno determinado por las vigas metálicas en altillo aumenta el volumen destinado al almacenaje, despejando la superficie del suelo de elementos innecesarios. Esta solución optimiza el espacio, dando lugar a estancias más holgadas y bien organizadas.

El baño comunica directamente con el dormitorio principal. El interior es un reto para la percepción espacial, aplicando un juego de superficies de espejo y tramas de alicatado que multiplican el volumen interior en una divertida composición de blancos y negros. La luz se refleja en profundidad, proveniente de dos frentes, haciendo que el espacio respire y transmita una mayor dimensión.