Nos encontramos con un edificio de carácter industrial del año 1950 situado en el popular barrio de Gracia , en la ciudad de Barcelona; un barrio donde viven también pequeños artesanos y artistas locales. El piso, alargado, estaba situado en la última planta, con lo cual disfrutaba de dos terrazas, a lado y lado de las dos fachadas.
La propietaria del piso es una artista catalana que se dedica a la pintura y a la escultura, y que tenía necesidad de un espacio que albergase las funciones de vivienda y taller, i que fuese, además, inspirador; un lugar tranquilo donde beneficiarse de las amplias terrazas, de la luz del sol, abundante, de la brisa mediterránea, refrescante, tanto en los momentos de descanso como en los de trabajo intenso y creativo.
La idea principal de nuestro proyecto fue la de sectorizar los espacios según las tareas a realizar en cada uno de ellos. De esa forma generamos una secuencia de espacios que se prolongaba des del salón hasta las habitaciones, pasando por la cocina-comedor, el taller, y las zonas húmedas. Por lo tanto, y en consecuencia, organizamos un juego de falsos techos a diferentes alturas, con el objetivo de acotar significativamente cada uno de esos espacios.
En uno de los dos laterales del piso, situando la cocina como centro de equidistancia, construimos dos bancadas de hormigón, una en el salón principal y la otra en el taller. De esa forma pudimos dejar abierto y diáfano el resto del espacio, al no introducir ninguna barrera visual.
El piso, que tenía ya de por si mucha luz natural en las dos fachadas, nos invitó a tomar la decisión de instalar dos simples lucernarios, uno en la zona-taller, y el otro en el baño. De esa forma aumentábamos la luminosidad en esas zonas centrales, alejadas de las ventanas frontales.
En cuanto a los materiales, decidimos repicar los elementos ya existentes, como paredes y techos, lo cual nos permitió dejar algunas zonas de ladrillos y bovedillas cerámicas y vigas vistas, aunque pintadas en color blanco. Decidimos también que el parquet fuera de roble natural i de color oscuro, para que sirviera de contraste con el blanco de las paredes y techos.
A su vez, y como última decisión, proyectamos la isla de la cocina como una mesa más de trabajo, con lo cual se erige como elemento que organiza a su alrededor el resto de los espacios, en los falsos techos.
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