Luminosa, personal, y fresca. Así debería ser la perfecta bienvenida para tu casa en los meses más cálidos. Ponemos el foco en el color, pero ya verás cómo no es el único elemento importante. Fíjate en todos los detalles de estas entradas, y descubre ideas geniales para que este verano tu recibidor se convierta en el niño mimado de tu casa. 4 colores para 4 recibidores, ¡que se ríen del calor! Vamos con ellos.
1. Blanco más fibras naturales

Si quieres recibir a lo grande, elige siempre el blanco. Un color que garantiza espacios atemporales y estilosos cuando se mezcla con materiales como el hierro o la madera. Si tienes poco espacio y tu entrada es mini, el blanco será siempre garantía de éxito. Blanco arroz, blanco huevo, blanco almendra, blanco lino... ¡A tu gusto! Pinta o laca la puerta de entrada y las paredes de un color claro y neutro que capture la luz, y vístelo con muebles muy ligeros. Sirven consolas de poco fondo, un par de mesitas bajas, un baúl, una balda volada... Y no te olvides de un espejo que siempre va bien para darnos el último retoque, y algún detalle con fibras naturales ¡que nunca deja de ser tendencia!
2. Azul y madera, un buen dúo

¿Te aburren los espacios blancos? Aquí tienes un ejemplo de cómo innovar con el color sin arrepentirte. Un suave azul combinado con una consola ligera de madera y algunos elementos muy clásicos. Su suelo, predominantemente blanco y la carpintería a juego, contribuyen a que el ambiente se vea relajado y muy fresco. ¿Y toda esa luz que se refleja en las paredes y el suelo? Procede de las puertas con vidrieras. Otra genialidad que se agradece mucho en los recibidores, por ser espacios frecuentemente oscuros. Anota también la idea de usar detalles en color rojo, para crear contraste: la lámpara clásica, la alfombra del suelo y el cuadro en la pared. Son los que ponen la nota de dinamismo en un ambiente que, de no ser por ellos, se vería algo plano.
3. Gris suave y aguamarina

Para conseguir un ambiente lleno de luz, apuesta por colores que transmitan mucha calma. En esta casa, se mezcla un papel pintado blanco con estampado suave gris, con mobiliario de materiales naturales y sin tratar, y textiles llenos de artesanía. El suelo de madera y la pared color aguamarina, terminan de recrear un ambiente que los propietarios querían que les recordara a Ibiza, y que a todo el mundo fascina. Un interior minimalista que reduce la decoración a lo esencial, con pequeñas pinceladas y detalles étnicos que destilan buen gusto.
4. Vibrante amarillo

Si por algo nos gusta el verano es por la cantidad de sol y horas de luz que se recibe por el día. Deja que entre a raudales en tu casa pintando las paredes de un sereno color amarillo. Es lo que han hecho en este recibidor que se abre a un salón, y a la vez se conecta con la cocina (al no tener paredes ni puertas). Siendo el espacio tan amplio, pero a la vez indeterminado, es la columna de obra la responsable de concentrar la decoración en un mismo espacio. ¿Y qué tono de amarillo? El Minion es el que más favorece en verano. El mostaza se agradece más en los meses fríos. Pero la carta es inmensa: hay amarillo girasol, limón, oro, curry, ocre... Pídele al pintor que haga varias muestras en la pared antes de decidirte por el tono perfecto. Lo que está claro es que, igual que el gris suave o el blanco, es un color que siempre llena de luz cualquier habitación, independientemente de su tamaño.
¿Y tú, sueles adaptar la decoración de tu casa a las distintas estaciones del año o prefieres un ambiente atemporal que sirva todo el año? Nos encantará saber qué opinas. Anímate a participar con tu comentario.