La cocina es una de las estancias de la casa donde es más importante extremar la higiene. Su ambiente húmedo y cálido, sumado a los residuos que se pueden acumular, hacen que sus superficies sean caldo de cultivo ideal para que crezcan sin control todo tipo de patógenos. No solo eso, sino que es muy fácil que también puedan contaminar utensilios y hasta comida.
Por ello, nunca debes escatimar esfuerzos en limpiar a fondo la cocina después de cada uso. Con unas rutinas de limpieza bien marcadas, todo será mucho más rápido y, lo que es más importante, eficaz para que cuides de tu salud y de la de los tuyos. ¿Por dónde empezar? Vamos a ello.
En este artículo
- 1. Todo preparado
- 2. Lo primero: recoger
- 3. Limpiar la zona de cocción y los frentes
- 4. Mucho cuidado con la encimera
- 5. Un repaso al mobiliario
- 6. El toque final
1. Todo preparado
Los productos y utensilios de limpieza, mejor en orden y a mano. Si tienes que ir a buscar las bayetas a un sitio, el limpiador de encimeras o el friegasuelos a otro y la escoba al mueble que tienes en la terraza o en el garaje, empiezas mal. Puede que la pereza te haga pasar algo por alto. Así que, lo mejor es tener todo lo que necesites en un mismo sitio y cuanto más cerca, mucho mejor.
2. Lo primero: recoger
Es el primer paso de todas las rutinas de limpieza, pero en la cocina cobra especial importancia. Debes comenzar por recoger y fregar platos, recipientes, cubiertos, etc o meterlos en el lavavajillas. Con todas las superficies despejadas el resto de la limpieza será mucho más rápida.
3. Limpiar la zona de cocción y los frentes
El espacio en el que cocinas es donde más grasa y suciedad se acumula, por eso, la limpieza debe ser exhaustiva. Para la placa emplea productos específicos según sea eléctrica o de gas. Y tanto en el frontal como en la campana puedes usar algún producto antigrasas. Empieza siempre por las zonas más altas, así evitarás manchas y salpicaduras que luego debas repasar.
4. Mucho cuidado con la encimera
La encimera es el lugar en el que trabajas con los alimentos, por eso no basta con una limpieza, es importante una buena desinfección. En el mercado hay muchos productos con propiedades bactericidas, pero asegúrate de que el que uses no daña el material de la encimera.
Conviene repasar muy bien toda la superficie, incidiendo en esos huecos en los que se puede esconder la suciedad. Por supuesto, debes mover cualquier objeto que tengas sobre la encimera darle también un pequeño repaso. Lo mismo hay que hacer con la mesa o la barra de la cocina.
Y llegamos a una cuestión muy importante en cualquier rutina de limpieza: después de cada pasada, limpia bien la bayeta y no utilices el mismo paño para diferentes superficies, podrías contaminarlas sin querer. Para secar, lo mejor es el papel de cocina: usar, tirar y listo.
5. Un repaso al mobiliario
No siempre que cocinamos manchamos toda la cocina, pero aun así, conviene dedicar un poco a los muebles. Basta con limpiar y desinfectar tiradores, pasar un paño a puertas y pequeños electrodomésticos o echar un vistazo a accesorios que pudieran haberse ensuciado.
6. El toque final
Quedaría barrer o aspirar muy bien el suelo y fregarlo. Con ello la cocina quedaría perfectamente limpia, desinfectada y lista para el siguiente uso.
A esta rutina diaria hay que sumar otras que conviene hacer periódicamente para que la cocina esté siempre en las mejores condiciones: limpieza de los filtros y el interior de la campana, del interior de los muebles y limpieza y desinfección del frigorífico y congelador.
Todas estas rutinas a veces son pesadas, es cierto. Suele dar pereza ponerse a ellas cuando lo que realmente apetece es hacer una larga sobremesa. Pero recuerda que son necesarias para que tu cocina esté libre de bacterias nocivas para la salud. Además, si buscas la ayuda de tu familia y os repartís las tareas, habréis acabado antes de que os deis cuenta y podréis, ahora sí, relajaros.
hace 3 años
Esto lo habría escrito yo, tengo obsesión por la limpieza . Me parece estupendo el consejo.
hace 3 años
Es como tiene que ser!!