Una vivienda nueva para dos en las afueras de Madrid, con un gran jardín, una luz bonita y espacios amplios, pero había un problema Marta no se sentía identificada con ella, no terminaba de funcionar su forma de vivir con esos espacios que si bien eran correctos resultaban demasiado rígidos y encorsetados, y además parecía que la casa daba la espalda al gran jardín.
Marta realizó pequeños cambios pero no terminaba de dar con la clave, y en ese momento entramos nosotras a trabajar, las estrategias estuvieron muy claras: dar fluidez a los espacios, abrir la casa al jardín y dar personalidad a los dormitorios.
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