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La vegetación coge protagonismo en este proyecto; es una constante que se repite en cada una de las salidas exteriores de la vivienda, creando un recorrido verde con el jardín interior de manzana como telón de fondo. De este modo, se enlaza el patio de la entrada, a pie de calle, con este jardín, pasando por el patio de luces intermedio.
El patio de la entrada, a pie de calle y vinculado al dormitorio principal, actúa como filtro entre el espacio público y el espacio privado a través de un muro vegetal. El patio de luces, a su vez, conecta los baños y los dormitorios interiores creando un espacio que evoca la esencia del patio andaluz. Finalmente, el jardín interior de manzana, colindante al salón-comedor-cocina y verdadero punto de partida de estos espacios verdes, se presenta como un refugio, un vacío dentro de la densidad de la Barcelona contemporánea.



La iluminación es cálida e indirecta. Se ha trabajado mediante puntos focales y con diferentes tipologías de lámparas que aportan mayor riqueza lumínica a los espacios.

En cuanto a los acabados, se ha optado por restaurar el mosaico hidráulico en la zona de día y, por otro lado, colocar tarima en la zona de noche. Los baños y el lavadero se han alicatado con pieza cerámica rectangular y los suelos son de mosaico hexagonal. El principal material utilizado para revestimientos es la madera de pino, presente en armarios, cajoneras, estanterías, parte de la cocina y la mesa de estudio.


La mayoría del mobiliario y de las lámparas de la vivienda se han recuperado en altillos y trasteros familiares. Sin embargo, tanto la lámpara de sobremesa como la mesa del comedor son piezas diseñadas en el propio despacho, Miriam Castells Studio. Esta última está realizada con mármoles blanco macael recuperados de una antigua cocina de los años 30, colocados a modo de patchwork sobre una base de hierro.












