Temperatura de la luz: qué es y cómo aplicarla a cada habitación

¿Sabes qué luz necesita el salón o la cocina de tu casa? ¿Tienes claro qué temperatura de color es la perfecta? Iluminar es mucho más que comprar lámparas y repartirlas por los dormitorios, el salón o la cocina. Para que no te líes te enseñamos un poquito de teoría y sobre todo lo que más interesa: ejemplos prácticos de cómo decorar cada estancia, sin cometer errores. ¿Nos dejas que te iluminemos? Toma nota...
Temperatura de la luz

¿Sabrías diferenciar una luz cálida de una fría o neutra, verdad? Pues ese color de temperatura, expresado en Grados Kelvin, es el que nos la muestra. En el caso de un hogar, se recomienda utilizar una temperatura de la luz que varía entre los 2.700 y los 4.000K dependiendo del tipo de habitación (no es lo mismo la cocina, que el baño, o un dormitorio). Y luego también influye el gusto personal de cada uno. Para que te hagas una idea, te damos unas cifras de referencia que te servirán al afrontar un correcto proyecto lumínico.
- El color cálido (por debajo de 3.000K) sería perfecto en espacios como los dormitorios, el salón o el comedor por ser más relajados,
- El neutro (entre 4000K y 5000K) en despachos u oficinas.
- El color frío (cerca de los 6000K) sería el ideal en cocinas, por ser una luz parecida a la natural del día.
Salón

Para la estancia de la casa en la que más tiempo pasamos, la iluminación más recomendada es la cálida: 2.700K (si la quieres muy suave) y 3.000K (no tanto). Con esta temperatura cualquier estancia se convierte en un lugar ideal en el que descansar, ver la TV... Un técnico puede determinar cuántos focos empotrados necesita la sala, o si por ejemplo, te conviene añadir un plafón para alguna actividad que pida hacerse con claridad. Y si compras lámparas que incluyen LEDs (en lugar de bombillas sueltas a las que mirar la etiqueta) en lo que debes fijarte es en la descripción del producto: así sabrás si la temperatura es correcta. No hay que quedarse corto ni tampoco pasarse: una estancia demasiado iluminada puede ser desagradable, además de engrosar el gasto en electricidad.
Cocina

Es muy importante evitar zonas de sombra en un espacio donde se trabaja con alimentos. Por eso la luz ideal debe ser neutra o fría (4.000K o más). Piensa que tienes que ver con claridad el color de lo que comes o cocinas (no nos vayamos a intoxicar) y moverte con soltura, y sin tropezar con nada, en ella. ¿Y qué tipo de luz se usa más? Dependerá de la distribución de la estancia, los metros que tengas, la cantidad de luz natural que reciba. Un experto te podrá aconsejar para no dejar ningún rincón oscuro y tener la luz correcta en la zona de cocción, la de preparación, o incluso el office, si tienes la suerte de contar con uno.
Pasillos

Por regla general se recomienda utilizar la misma temperatura que en los dormitorios. Debes de fijarte bien en la cantidad de puntos: no puede quedar ningún rincón oscuro. Es muy desagradable entrar en una casa y solo ver un eterno y lúgubre pasillo, sobre todo cuando nunca reciben luz natural. Imagina que en el salón has elegido 3.000K, pues en las zonas de paso, igual. Recuerda que si tienes una consola, algún cuadro, o espejo decorativo, la luz también será importante destacando ese punto focal. Puedes elegir luces que apunten a las paredes o iluminar de forma indirecta con apliques. Y si quieres que esté a la última, ¡nada como las tiras de LED para darles mucha personalidad!
Dormitorios

Un espacio pensado para el relax nos pide a gritos una luz cálida. Pues utilizar 2.700-3.000 K (idéntica a la del salón si quieres). Recuerda que hace falta contar con iluminación general, en forma de plafón en el techo, lámpara colgante o focos empotrados si te gustan más. Y en tu tocador, o junto al vestidor más luminarias de baja potencia y también de luz cálida, para no estropear este clima de relax que estamos buscando. Con los reguladores de intensidad aún es más fácil. Apuesta por su instalación para conseguir la máxima precisión a la hora de limpiar a fondo el armario, a la más suave justo antes de irnos a dormir. Poder regular la luz es básico para evitar incómodos deslumbramientos, o volver a salir a la calle con un modelito imposible, por culpa de no haber encendido la luz para no molestar.
Baños

Además de ducharnos, en baños y aseos se hacen otras tareas como maquillarse, afeitarse, depilarse... Para todas es básico contar con una luz que no distorsione la realidad. Por eso, la luz ideal es la neutra (4.000K). Al mismo tiempo los harás crecer. Y eso, siendo estancias más bien pequeñas, siempre es un plus. Seguridad ante todo: es esencial que el vapor de la ducha no afecte a la iluminación. Por eso, más allá de la estética elige LED con un IP44 (así estaremos seguros de su alto grado de protección al polvo y la humedad). ¿Y qué significan esas siglas? Que protege de objetos mayores de 1 mm y de posibles salpicaduras de agua. Siendo un baño, toda precaución es poca. No te la juegues.
Luz natural, ese tesoro

Identificada la potencia, temperatura de color y mejor sistema para iluminar tu casa, no podemos pasar por alto uno de los puntos más importantes: la luz natural que recibe y cómo integrarla en el proyecto lumínico. Un correcto aprovechamiento de este valioso recurso no solo hará que el conjunto luzca mucho mejor, sino que puede suponer un buen ahorro en términos de consumo energético. Y eso, tal y como están las cosas, nunca nos viene mal. Evita colocar cortinas gruesas, o muebles altos junto a las ventanas. Plantéate, si fuera necesario, derribar algún muro, cambiar una puerta por un modelo de cristal para que la luz fluya a sus anchas y no encuentre barreras.
¿Qué te ha parecido? Más sencillo, ¿verdad? Anímate a dejar un comentario, y nos cuentas si te ha quedado más clara la teoría y te resulta más fácil elegir la luz perfecta para crear ambiente en tu hogar.