Hacer bien las cosas (y las casas)

En esta casa, el esquema de distribución se percibe desde el momento de entrada. Con una planta abierta y holgada, el usuario accede al espacio principal con una amplia perspectiva de la estancia. La forma alargada de la vivienda y estrecha fachada presenta cierta dificultad inicial, bien salvada con un trazado lógico y funcional, en el que las estancias se organizan en escala de privacidad. Hacia un lado, la cocina, estudio y salón; hacia el otro, los dormitorios y baños. Tan simple como eso.

¿Y cómo es posible disponer de semejante cocina en un apartamento de 70 m²? Sencillamente, incorporando las vías de paso en el programa. En lugar de asumir un espacio exclusivo para un pasillo, o un recibidor, ¿por qué no adoptar la doble función de las estancias? Aquí, la cocina se instala en el centro de la vivienda, de manera que se convierte en un punto intermedio o amortiguador entre las dos áreas del programa. Con un esquema sencillo, de cortes limpios, líneas puras e iluminación clara, se despliega el set de mobiliario a lo largo del perímetro, despejando el espacio central y envolviéndolo en blanco. El mobiliario asciende hasta casi tocar el techo, liberando el último tramo para apreciar las antiguas vigas de madera y bovedillas cerámicas, que remarcan el sentido longitudinal de la estancia, y desvelan la tradición constructiva del edificio.

Continuando con el trazado longitudinal del espacio, y aprovechando el esquema de mobiliario perimetral, la intervención aprovecha el gesto para incorporar una generosa mesa de estudio hasta el final de la estancia. El muro medianero desvela el ladrillo estructural, aportando cierto carácter industrial al interior, suavizado con una iluminación tenue, y mobiliario de diseño cálido. El pavimento de madera multicapa cubre la totalidad de la superficie, conviertiéndose en un soporte neutro y templado para el interiorismo.

Los baños son un alarde de sofisticación. En contraste con la desnudez y rugosidad del ladrillo visto, el interior se reviste de un suave alicatado de acabado mate, que envuelve la estancia en una paleta elegante y natural. Un amplio espejo de lado a lado de la estancia esconde la instalación de iluminación, haciendo que la luz descienda por la pared y caiga sobre la superficie de madera que soporta el lavabo. La composición habla de sencillez, funcionalidad y estilo.

El final del recorrido nos lleva al dormitorio principal. Tras un set de puertas correderas encontramos una estancia nítida, y holgada. Con mobiliario y ropa de cama en tonos blancos, se percibe una atmósfera limpia y fresca, perfecta para el descanso. El mobiliario a medida incluye un cabecero de cama que es también estantería, y un generoso armario perimetral que aprovecha al máximo el espacio de almacenamiento. La doble función adquiere aquí un carácter sencillo, sin pretensiones ni vueltas de tuerca. Las cosas (y las casas), bien hechas.