Querida casa.
La verdad es que nos conocimos casi de casualidad y nunca pensé que llegarás a ser mi hogar definitivo, pero cosas de la vida, al final, nuestra relación se ha solidificado y ya no imagino otro hogar para mí. Hemos pasado momentos mejores y peores. Crisis, reformas, cataclismos, pero al final, aquí estamos los dos, mano a mano, apostando por una relación en la que nadie confiaba. Estas letras son para ti.
En este artículo
- La ilusión de los primeros años
- Fuiste tan "Pop"
- Ese día que te hiciste mayor
- Sumaste estilo
- A veces aún dudo de ti
- Tengo planes, no creas
- A pesar de todo, te quiero a mi lado
La ilusión de los primeros años
Recuerdo que la primera vez que nos vimos fue un flechazo. Me enamoré de tus grandes ventanas, y la luz a chorros que entraba en el salón. Tenía ganas de independencia, y tú me lo pusiste en bandeja. Esa es la verdad.
Sin embargo después del calentón del principio, la cosa empezó a flojear. En realidad aquellas ventanas tan grandes y luminosas, sin ningún toldo y con un cierre cuestionable, eran un espacio abierto primero al caloret mediterráneo y después al frío invierno. Esa fue nuestra primera crisis. Pero algo en mi interior me decía que debía seguir apostando por ti.
Fuiste tan "Pop"
Eran años divertidos en los que la decoración estaba en un segundo plano. Pintamos las paredes una y otra vez con colores "estridentes", inventamos muebles, adoptamos otros de segunda o tercera mano. Apenas hicimos en ti ninguna reforma importante. Eso sí, llenamos las paredes de colecciones, cómics, pósters. Y todo te sentaba bien. ¡Eras tan joven y agradecida!
Ese día que te hiciste mayor
En realidad no sé en qué momento empezamos a cambiar. Tú y yo. De repente, aquellos pósters sobraban, los muebles de segunda mano se fueron de viaje, y tuve ganas de invertir en ti. En aquel tiempo, cambiamos algunas de tus ventanas por otras con rotura de puente térmico, añadimos toldos, invertimos en calefacción y hasta en aire acondicionado. Tus paredes se cubrieron de color y algún friso de madera en las zonas con más trote. ¡Ya empezabas a ser un hogar de verdad! Nadie se acordaba ya de aquel pisito de estudiantes.
Sumaste estilo
Al crecer la familia, si te soy sincera, volví a dudar de ti. Parecías tan pequeña y poco práctica… Como siempre que nuestra relación sufría una crisis, comencé a cambiar cosas para ver si la cosa mejoraba. El suelo de gres dejó paso a otro laminado, cualquier rincón nos sirvió para añadir un armario empotrado. Reformamos la cocina por otra más práctica, con más espacio para guardar tantos trastos. Y hasta empapelamos algunas paredes para darte un toque más chic.
Me esforcé por crear una librería de obra, también por exponer con estilo todas esas fotografías que acumulábamos de los viajes…Te engañaría si no te dijera que le puse ojitos a otras casas nuevas. Pero en ellas tendría que empezar de cero, y seguro que me hubiera costado más (tiempo y dinero) adaptarlas a mis gustos y manías. Sin embargo tú, siempre estabas ahí, dispuesta a mutar por mi.
A veces aún dudo de ti
Hoy por hoy, aún hay diferencias entre nosotros. Estoy loca por meterle mano a tus baños y cargarme esas viejas bañeras. Yo quiero un plato con su mampara sin perfiles, un suelo de microcemento y una preciosa puerta corredera tipo granero. O mejor, una bañera exenta, en la que pasar largas horas a la luz de las velas.
Moriría por tener espacio también para un pequeño tocador en el que dedicarme tiempo, aunque sólo fuera muy de vez en cuando. No me vale cualquier cosa, ahora me apetecen un lavabo suspendido, una bancada de mármol y unos grifos que me hagan olvidar que la cal existió alguna vez.
Tengo planes, no creas
Aún deseándolo mucho, solo podría prescindir de la reforma del baño si, a cambio, cediera su espacio para hacer en él un gran vestidor. Quizás cuando los polluelos abandonen el nido nos sobre un aseo. Y en ese momento, derribe tabiques y, por fin, tenga un vestidor como el de Sexo en Nueva York. No estará tan lleno, seguro. Pero no le faltará una buena colección de barras, cajones y compartimentos para guardar todos mis trapitos y zapatos.
Estamos valorando añadir algunas placas solares, derribar algún muro y poner en su lugar una pared de cristal con cuarterones, cambiar las persianas por otras automáticas y todo un sistema de luces led que apenas dejen rastro en la creciente factura de la luz. Son muchas cosas, pero sé que serás capaz de soportar estas mejoras.
A pesar de todo, te quiero a mi lado
Sé que a veces soy muy exigente y que nunca me canso de pedirte más y más. Por eso, hoy quería expresarte en estas líneas todo mi agradecimiento. Querido hogar, gracias por soportar mis cambios de opinión, el trote de dos niños y los miles de agujeros que he hecho en tus paredes para después volverlos a tapar.
No te prometo que no vuelva a reformarte porque será imposible de cumplir, pero si que todas las veces que lo haga, sea para que luzcas más guapo, bonito y atractivo. Oye, que en realidad te estoy haciendo un favor. No sabes cómo se lleva ahora eso de ser una casa slow.
Espero que me sepas perdonar y que nuestro amor no nos abandone jamás.
Siempre agradecida.
hace 7 años
ajajajaj está muy bien!!! Es verdad que el gusto evoluciona bastante con el paso del tiempo en mi caso ha sido así desde luego
hace 7 años
es realmente cierto. En las casas no se acaba nunca,siempre hay que ir readaptando rincones segun las necesidades. Las casas crecen con nosotros|!!!
hace 7 años
Magnífica la carta de amor a su casa... Un gran Plauso para su redactor/redactora. Que imaginación!!!Super bien!!!
hace 7 años
Me ha encantado!!! En realidad, la relación con nuestra casa es una relación de amor!!
hace 7 años
Precioso articulo!
hace 7 años
Genial. Que imaginación. A muchos nos ha pasado lo mismo. Y es cierto.... ¡Como cambia el estilo con los años!