Una vivienda construida de finales del siglo XIX se convierte en una posibilidad de indagar sobre la distribución de la época, adaptándola a las necesidades de la vida contemporánea.
La existencia de un exceso de compartimentaciones interiores, el bloqueo constante de la luz natural y la aparición de piezas sin ventilación crean la necesidad de explotar estas piezas, consiguiendo unos espacios abiertos, con una gran continuidad sin renunciar al carácter del edificio.
La recuperación de las viguetas de madera, antes ocultas, permiten enfatizar el paso del tiempo de esta vivienda recordando su historia original.
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