Toño y Charo son un matrimonio joven que reside en el centro urbano de Bueu, en una casa que posee un espectacular jardín de 300 m2.
Desde hace tiempo tenían ganas de darle un giro a sus respectivas carreras profesionales y para ello pretendían acondicionar una pequeña edificación existente en la parte trasera de su finca con el fin de dedicarla al negocio de la restauración.
Su intención era crear un espacio acogedor, casi familiar, donde degustar productos de temporada cocinados de forma casi exclusiva para el cliente. Además, desde el principio, tenían muy claro que el jardín, cultivado con mimo y esmero durante años por la madre de Charo, desempeñaría un papel principal en su nuevo proyecto empresarial.
La edificación -de 45 m2- se situaba al fondo de la finca, adosada a la parcela contigua. Se trataba de un volumen sencillo, desarrollado en una única planta y poseía una cubierta a un agua. Contaba con dos ventanas y dos puertas e interiormente se dividía en dos espacios diferentes comunicados entre sí.
La idea del proyecto fue conservar la esencia de un entorno doméstico, potenciar el encanto del jardín existente y al mismo tiempo dotar a la intervención de la visibilidad y funcionalidad que su negocio necesitaba.
Se proyecta así un local pequeño y compacto, que se ajusta a la superficie de la edificación existente. La organización interior es muy simple: el espacio central se destina a la zona de mesas y los extremos a las zonas de servicio: cocina, barra y aseo. Se trata de una distribución abierta, para que tanto público como trabajadores pueden interactuar con facilidad.
Con el fin de potenciar la sensación de amplitud y luminosidad, se decide elevar la cubierta en su parte central -sobre la zona de público- y se proyecta un gran frente acristalado que se abre al jardín y a la calle.
El diseño de la iluminación y la selección y ubicación de los acabados interiores pretenden enfatizar la organización de los espacios. Para la zona central se optó por la colocación de un zócalo cerámico de dibujo geométrico que proporciona una imagen ordenada y contundente. La combinación de este motivo geométrico con la madera presente en los elementos de carpintería permite crear una imagen de negocio singular sobre la que se desarrolló todo el branding de la empresa.
El pavimento elegido para el interior se extiende hacia el exterior y enfatiza el acceso al local dando así unidad al proyecto. Este pasillo de acceso divide al jardín en dos espacios, uno de carácter abierto y otro más introvertido.
Como elemento de cierre se proyectó una valla de madera que delimita el espacio de jardín ligado al uso hostelero. Se trata de un cierre permeable, que permite intuir los encantos del jardín desde el espacio público. Los portones de acceso se realizan del mismo modo, apostando así por una imagen homogénea.
Se trata en definitiva de una intervención muy contenida donde las cuatro decisiones proyectuales principales -elevación de la cubierta, nueva galería, valla practicable y zócalo decorativo interior- pretenden constituir un reclamo visible e identificable desde el exterior.
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