El espacio inicial, que se configuraba con una división propia de una vivienda clásica, con numerosas estancias, iluminación limitada e intrincados espacios, pretende convertirse en un espacio que transmita delicadeza, serenidad, sencillez y belleza. Para ello, se ha reducido al máximo los materiales, optando por tonos blancos y claros, y la calidez y suavidad de la madera para el pavimento y se acompaña este ambiente con elementos como el jardín vertical o elementos decorativos, con tonos suaves.
La iluminación, tanto artificial como natural, cobra especial importancia y protagonismo, optándose por una iluminación principalmente difusa y homogénea en la artificial, y tamizando la iluminación natural para permitir un suave baño de los espacios. Acompañando a los materiales y la iluminación, se opta para la configuración de las superficies por lineas curvas que apoyan la sensación general de ambiente delicado, amable y suave.
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