Este era uno de aquellos pisos hechos sin amor, huérfano de carisma y de espíritu de hogar; uno de esos pisos que durante años fueron paredes vacías levantadas en época de excesos.
Este proyecto llegó con la voluntad de convertir estas paredes en el hogar de alguien que, a pesar de vivir solo, comparte con sus seres queridos, con rincones para la conversación, para hacer paellas y para beber gintónics. Así pues, se conserva una distribución que funciona y se da alma a los espacios usando múltiples recursos: pavimentando todo el suelo con una bellísima tarima de roble; pintándolo con un color neutro y homogéneo para que sobre este todo destaque; escogiendo con personalidad propia cada pieza de iluminación y en consonancia cada mueble; y realizando elementos a medida para remarcar el carácter propio que su protagonista -el habitante de la casa- requiere.
Fotos: Sandra G Cosano
En este artículo
Banco y mesa diseñados a medida con el fin de aprovechar al máximo el espacio y tener elementos con carácter propio y en consonancia con el resto de la intervención