En el jardín de un chalet construido en los años setenta, unos veinticinco chopos habían crecido hasta adquirir una altura peligrosa para las viviendas colindantes. Comenzamos con la tala y retirada de la madera.
Una vez restaurada la casa, iniciamos los trabajos de acondicionamiento del jardín. Se hizo una instalación de riego automático enterrando un depósito de 3,5 m3. Desde él, una bomba toma el agua y la distribuye en varios circuitos por las distintas zonas del jardín.
El cliente deseaba una pradera y algunos árboles de hoja caduca que dieran sombra frondosa durante el verano. Se instaló un porche, con tarima de exterior para utilizarlo como comedor durante el verano y se acompañó de seis macetas de boj sobre grava ornamental.
Para reducir la superficie de pradera se crearon varias jardineras donde se plantaron arbustos de plantas perennes; vivaces y algunos bulbos.
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