La arquitectura debe optimizar las posibilidades de enriquecimiento que el propio entorno ofrece al edificio, pero la arquitectura no puede ser egoísta, procurando que este enriquecimiento se produzca en ambos sentidos. El edificio ha de poner en valor las cualidades del entorno, compartiendo su naturaleza, apropiándose de su belleza, de su luz, y el entorno ha de sentirse respetado y complementado por el edificio.
El primer desafío que se nos presenta es la implantación del edificio sobre una parcela con pronunciada pendiente. Dicho desafío se afronta transformando el inconveniente en virtud, o dicho de otra forma, la pronunciada pendiente de la parcela no debe suponer un problema, sino que ha de servirnos para potenciar las virtudes del proyecto. Así nace “CASCADAS DE ESTEPONA GOLF”, aterrazando el terreno obtenemos plataformas horizontales para los diferentes módulos que componen el conjunto proyectado y los saltos generados entre plataformas permiten la implantación de bonitas piscinas y lagos con cascadas. Por otro lado, las dependencias principales de las viviendas se orientan al mar mediterraneo, cuyas aguas se visualizan en el horizonte sobre los verdes campos de golf.
El espacio interior, amplio, abierto a un entorno privilegiado del que participa, gana en luz y belleza, mientras que el presumido entorno pone en valor sus cualidades y se siente protagonista.
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